Nuestras lenguas oceánicas se derraman
y siembran un jardín
en el cráter de la noche.
Somos semillas de una madera
que no arde.
-Que ninguna luciérnaga
se atreva a quemar este bosque-
Aunque sobrevivimos al sueño nuclear
los pájaros hambrientos
desean devorar
jugosos frutos
aun a sabiendas
que somos inmortales.