Aquietado cuerpo.
Puede que el gesto que nos nombra,
el que prendes de admiración
o de atenta indiferencia,
no nos pertenezca y sea mueca,
impronta pasajera sin mensaje
ni oculto devanar de lisonjero brillo.
Un instante apenas entre párpado
y memoria. Simple agua rota.
Así el lenguaje del cuerpo,
cuando nadas o luchas en la arena,
o se hastía caótico sobre el diván
de una tarde expuesta a la sombra
de los palmerales sea solo eso,
un continente de músculo y saliva,
el pasaporte conveniente
para huir a ignotas tierras
durante al menos unos breves minutos
y así olvidar que tan solo moras,
durante fugitivo momento,
en las vastas ínsulas
de mi muda memoria y geografía.


Me encantó…..
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Gracias y un abrazo.
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