Ego memoria mea.
Reclinado en las sombras,
asomado a mis espaldas
como fiel escriba que a nada
concede alivio de olvido,
anotas en los márgenes del libro,
apostillas con coloridos mensajes
adheridos a la buhardilla de mi nuca,
fijados a los tobillos
como eslabones de tinta
que arrastra cadena de galeote
intentando salvar
esta irracional memoria
de tanto buscado olvido.
Más contigo de nada sirve,
es el sonido que llaman música
el que aletea en los batientes
de las entreabiertas ventanas,
el aroma que desprenden
esas sutilezas coloridas que penden
de ramas y personales jardines,
o el ácido néctar que destilan
los frutos de lujuriosos huertos
junto a una mar añeja y sabia.
Todo,
como a un ahogado argonauta
inmisericorde me retorna,
una vez y otra,
a las fervientes orillas de la vida.

