Decir Adiós.
Partir como quién toma un tren,
desear entre abrazos
fortuna y bienaventuranzas
a aquellos que aún amamos.
Que sea la hora de la tarde
para que el sol dore los rostros
y las siluetas se nimben y confundan.
Decir adiós desde el vagón,
mientras que, agitando las manos,
desde el andén regresen
a sus quehaceres de soledades
y nefastas esperanzas.

