Tarde de Acuarios.
Idéntica la tarde toda,
igual la sed y el hastío que deja en la boca,
repetir el acto mientras se respira,
cada vez que se vive el agua presente.
Tal vez la líquida presencia la clave
muestre de un continuo interminable.
Limpia la hoja ayer manchada de sangre,
los ojos inaugurados tras la ferviente lágrima,
el sabor de tus ansias en la renovada saliva
o el sudor añorando barcas y calmas bahías.
La lluvia detiene al camino,
le deja aquietado de barro y fango,
sumiso espera el destierro
húmedo de la lengua invertebrada
que el sol presta, indiferente
alejado de charcas y manantiales,
esas hemorragias de vida acelerada
confundiendo ímpetu en barrancos
y esperanzas de noria en las semillas.
Idéntica la tarde toda
junto a este lago por la mano domeñado,
orillas de cemento reciben la onda
repetida, diana inquieta donde
no poder acertar con el dardo.
Mientras las nubes se alejan
añoro un sur aquí abajo
con limpia seca arena
de alma impermeable y amarilla.