Sueño recordado.
Miras desde la ventana,
ignoro si ahí afuera algo buscas
o las calles recorres que desde
tu adentro,
una cartografía traza
anárquica y perfecta.
Prefiero imaginarte soñando,
los ojos abiertos frente al cristal
mientras figuradas avenidas
de luz se pueblan y escasos paseantes.
En el iris
resuena la orografía de una imposible
ciudad,
aquella florecida en una tarde
de siesta y ventiladores.
Al abrir los ojos
la habitación era un inacabado lienzo
y las palabras,
torpe mobiliario
con el que tropezar.
Silencio
pediste, solo eso.
A veces,
cuando el día es un inerte
columpio sobre un barrizal,
o alguien miente
al futuro jugando a los dados,
caminas hasta los portales perfectos,
lees avisos y referencias,
llevar te dejas por un escenario
donde transeúntes con sombrero
caminan sin mirarte.
Resulta lo más cercano a estar difunta,
cadáver, pero sin añorar a nadie.
Deliciosamente muerta.