Atardecer Rosa
El cielo atardece de un rosa especial y, por acto reflejo, todo se ve de otro color. Pocas veces se ve así, solo si te fijas bien; mostrándose tan dulce y tan inmenso a la vez.
Es un atardecer rosa, un pequeño regalo que, por lo menos a mí, me inunda de luz. Soy pequeña en comparación con el grandioso cielo rosado, que ahora mismo me rodea, que me empapa de color.
Por acto reflejo, elevó mis manos al cielo intentando alcanzar esa nube de algodón de azúcar.
Respira un momento y lo firmo, si. Sabe diferente.
Y es en ese instante en el que me doy cuenta de que ese es uno de los momentos irrepetibles, con un color que lo representa, con un cielo que me ilumina con motivos para pensar que, pese a todo lo malo que trae vivir la vida, vale la pena vivirla por los atardeceres rosas.
Contemplo el cielo hasta que por fin se oculta el sol. Y todo se oscurece un poco.
Entonces deseo que vuelva, que vuelva el atardecer.
Mi atardecer rosa.
Fotografía de María Peñafiel de Blas
La podéis leer en su libro Kinesfera