De Aquí a que Pasen Mil Años.
La mañana escalando las paredes,
sin piedad las persianas asaltando
y esos ojos que por atrás regresan,
columpiados desde el éter
y en alcohol confabulando.
Estoy segura de eso, reíamos
y creímos haber descubierto,
lo hubiera ante dios jurado,
la sed primera en esos labios.
Café, tostadas y los pantalones
en somier y mantas dócilmente enredados.
Dijiste algo del centro, sobre el sincopado
recorrido de un bus, de una concreta,
tal vez una específica parada.
Regresando a ningún sitio repaso
hechos y orden, no tengo el teléfono,
carmín una mancha en el antebrazo
donde el número se ha volatizado,
epidérmico criptograma irrecuperable,
sin esperanza de poder interpretarte
ni humana forma de regresar a conseguirte.
Esperaré otros mil años.
Algunos más de seguro, ninguno menos,
para volver a no encontrarte.
Entre dos puertas, de eso estoy segura,
se asfixia por siempre el aire.
La vida tiene sorpresas y lo mejor ocurre el milagro de volver a encontrarlo. Lo cierto que es un excelente poema. Lo disfruté gratamente. Buen domingo.
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Gracias de corazón y un abrazo.
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