Cazadores.
Cerré el portal,
las escaleras con sus puertas bostezando,
invitando a destripar al recuerdo,
prendidas quedaron de la memoria,
como hongos,
igual a una enferma alga,
nutriendo,
confabulando su mortificado liquen.
A veces penetro en las salas,
unos escuetos pasos apenas,
en dermis el temor prendido,
oteando sombras los ojos,
imprecisos sonidos,
ecos distantes,
viento entre los quicios de las ventanas enturbian lamentos.
Recojo restos,
futuros abalorios,
talismanes y reliquias que hermosearan tu cuello.
Conjeturo las palabras invocadas entonces,
cotidianas pendencias imagino,
los pasos dados por los cuerpos idos,
de la vida las fragancias exudando
cansancio e incomprensible hastío.
Mientras regreso en ferviente silencio rezo,
suplico que aquella locura no nos alcance,
el derecho imploro a justamente empezar de cero.

