Advertencias.
Cuando se desploma la tarde toda
borrando del cielo el cordaje de eléctricas meridianas,
bajo la anaranjada cúpula del gas y el desespero
vagan las nómadas tribus, las silenciosas hordas
arrastrando tras sí cartonaje y líquidos perros de estaño.
Por la ventana observas sus alargadas sombras
sobre el salitroso asfalto componiendo
ese conocido guiñol, la aleccionadora metáfora vívida
del prestado portal,
en el parque los bancos,
y los semáforos óbolo siempre aventurado.
Contentado suspiras,
sobre el muerto parquet los pies,
la cabeza en el vacío vano y
la mano derecha sin pasión,
en vilo manteniendo un tibio vaso.
Alguien gritó por el ojo patio:

—Ayer incendió la calle un borroso corcel
de alambre, vehemencia y llanto.
Temprano a la puerta llamaron, tenías los ojos en blanco,
de espaldas a tu rostro vueltos,
en viva cal cerrados.
