XVIII. Migas de Pan.
Aquí me encuentro,
aquietado en ese inexacto transcurrir,
desacertado pasaje de intervalos, segundos,
y dispersos lapsos. En un extremo…
en el otro la causa sin efecto, la conclusión
sin dilema, encrucijada:
bendita palabra sin recurso ni antónimo.
En este momento, aquello que decías,
la euritmia de las olas, los impares verbos,
o el destilar salobre entre tus dedos,
se estrella contra una roca impávida,
inane solar mi planta de volátil astro
y rastrero lunar espliego.
Insistes desde el ayer, instas incasable
y queda regado el cieno de ammonites
pulcros e indefensos. Lo dejaste sobre arcilla,
una vez y otra, impreso. Dibujos en la caverna,
unas cóncavas caderas, el pubis, nunca un labio,
la torpe advertencia jamás de un simple verbo.
Ahora nada importa,
me desagua la lluvia y peno del sol
su veraz y cardinal heliocéntrico sosiego.
En vitrinas del polvo salvo contengo tu rastro,
pero las migas, esas pequeñas excrecencias
forjadas en trigo y viento, las airean las aves,
devoradas son por mi rota boca
y el intacto devenir del hipotético tiempo.
Gracias por los numerosos «me gusta» que has dejado en mi blog. Feliz Año Nuevo.
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Gracias a ti amigo y un muy Feliz y Siniestro Año. Un abrazo.
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