Re-encuentros.
En mitad del indiferente tumulto conversábamos,
atropelladas palabras flotaban
como invictos aerostatos.
El viento enarbolaba sobre nuestras cabezas
las sonrisas de un extravío extraño,
certero,
merecidamente sospechado,
retahíla dulce sin destino,
a orilla de los otros generosamente arrojado.
Ambos sabíamos,
justamente lo maliciamos,
como aquellas burbujas y chiribitas
conmemoraban el ocaso,
mientras entre nosotros nadaban
argentos peces de airoso acuario
y de la plata del Perú
virutas fulgentes entre anodinos crustáceos.
Estremecimiento de la tarde entre tú y yo,
antes nunca la nada fue tan así,
preciosa y certera, en clamor justamente celebrado.
Jamás nuestros caminos, lo juro, se cruzaron
y parecíamos conocer santoral y preciso cumpleaños,
el lado en que dormías tú,
mi irredento amor por los gatos.