Declaración de Guerra.
El ajeno afán de las calles,
sus escaparates de artificial
pecera donde el falso deseo
de inmediato perece,
la llegada no sospecha
de la blasfemia y los adoquines.
Las calles…
En las calles anuncian
los voceros de la guerra
el ansiado comienzo y tú,
tú las botas te calzas
y escoges unos guantes
que la luz de la tarde
envidie y enaltezca.
Calles…
Sobre el patíbulo de las tribunas
nuevos hierofantes el miedo
de siempre vomitan.
Sonriendo el cabello recoges,
distraída, con los ojos elevas el cielo
antes que el llanto del humo
de las sirenas el triste aullar
anuncien que jamás termina la noche
y sin llegar nada a comprender
acuda el presente hiriendo
e inmisericorde te despeine y relegue.
Porque nos han declarado la guerra,
con desprecio, sin que lo cuelguen
las pantallas en la frente del autómata
que enuncia y babea.
La guerra nos declaró
sin tan siquiera dirigirnos la palabra.