¡No va más…!
Paseamos por la alameda,
las gentes van y vienen complicando
nuestro aquietado paso. Da igual.
Ambos sabíamos que aquello,
el tiempo en que nos dedicábamos
a la incesante tarea de amarnos
se había diluido muy atrás, allá
donde abril se consumió entre centelleos
y apasionados estertores.
Este errar de ahora de dulcísimo aguijón,
veteranos amigos que animados charlan,
sin anterior jornada ni mañana en cierne,
es todo lo acaudalado. El camino nada más,
el uno junto al otro y las calles con sus prisas,
cantinela de tercos automóviles
y, entrelazado con adoquín y asfalto,
apenas unos borrosos puntos suspensivos:
el gorjeo indiferente de algunos pájaros.
Ese néctar pasajero de ambrosía y hiel
en este cotidiano día
guardaré como único y final legado.
👍👍👍
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❤👌
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