IMAGEN DEL TEMPLO MAYOR EN UN RITUAL PÚBLICO
Allí arriba cuentan mujeres
pintadas de blanco
que los dioses viven
de las palabras de las personas.
En este lugar el tiempo,
aquel intervalo entre vida y muerte,
se vuelve etéreo,
y percibo, como un canto
de voces secretas
viste mi cuerpo enfermo.
¿Cuándo perdemos el alma
si no es en sueños?
Me sumerjo en sus cabellos,
sol nocturno de pliegues y puertas
al más allá.
Debo permanecer impávido,
estirpe recia de amazonas y caballeros
recorren mi sediento espíritu,
así pues, no confío en divina providencia.
¿Quién si no?
Uno mismo escribe su destino.