Insomnia.
Sintió de la mañana el paladar acre,
el presente como un hueco
de despedidas y estíos.
Nunca más la luz concebiría
en el reverso, ni del pámpano el roce,
ni el quejido de columpio en las bicicletas.
Viajaría en adelante sin semejantes,
nimio equipaje, improvisada frazada,
área de descanso en gasolineras.
Sin temor sintió el corrosivo paladar
de amanecida, pues ya no soñaba,
había despertado. Insomne ante la vida.