Hijo del Viento
¿Cómo reaccionarían
los héroes homéricos
al ver sus naves arder?
Aquellos que sin temor cruzaron
las tormentosas aguas de Neptuno.
¿Qué haremos tú y yo ahora?
Nosotros, que prometimos fundar
una nueva Roma, una renovada Atenas.
Aceptando que una vez fuiste religión verdadera,
ahora te revelas como culto equivocado.
¡Y por fin me conmuevo y dejo de temer!
Contemplo como la luz lejana del faro
enhebra la frágil arena
iluminando aquellas galerías
donde, jugando, erigimos un palacio
que ahora reposa abandonado,
y como dijese aquel oráculo en Delfos:
“Las estrellas que más fuerte logran brillar
terminan por quemarse en el firmamento”.
Si te pienso oigo tu voz repitiendo
que los sueños solo son esquemas
y que abandone mis marítimos pensamientos.
Lo que más arde es el lamento del sabernos
tan hipotéticos, como un jardín
que del aíre se suspendiera.
