IX. Instante.
Observa el ojo de la nada,
el reptil que lo sustenta
combate el instante, ese segundo
donde todo parece creíble y claro.
Sus labios musitan factibles
entelequias, probables finales
a un camino incierto y terrible.
Toda eufonía proveniente de su boca
suena en los oídos dulce, tibia esperanza
donde descansar pasado mañana.
Mira sin pestañear el melancólico iris,
negrura distante y amiga, el pozo,
el huerto, estampas vívidas de eso
que nombramos pasado. El enorme
lagarto susurra enigmas:
Venimos descalzos a un mundo de zapatos.
El saurio en la amígdala hace un nido,
hermético gobierna tu cerebelo cansado.