Hímnica Retirada.
El negro cielo, de azul, anuncia la apremiante
llegada de otra alba, tu mirar se ajena
prendiendo rastros de farolas, surcos dorados,
estelas duplicadas de gasa por todas las barandas.
Los grandes carteles nos saludan, café y aluminio,
hedor tibio de trabajo, de relojes enmudeciendo
ventanales. Enrojecidos ojos ciegos las ventanas.
Reímos forasteros en la barra,
ajena burbuja flotando enjaulada, ofendiendo
a un martes de puntual seda e hirientes actas.
Sobre las tres el agua era líquida excusa,
¿lo olvidaste?, sobraba la luna y la tibia arena.
Embelesadas las barcas en las dunas,
regalos del poniente,
reflejo y aroma de bosque y verde alga.
Sabíamos del cruel engaño,
del beatífico padecer acantonado en la marejada.
En ese instante de iluminación apostamos,
no podía ser de manera otra, todo a nada.
Canta, el brazo sobre el cuello, la calle entera
se estremece y vibra en descompuesto holograma.
Los perros en los alcorques lamen naranjas.
¡Canta¡, insistes. ¡Sea hímnica la retirada¡