Maitines Uno.
Quiso el amor como centro, grano a grano,
donde sus ojos yacían como un deseo blanco.
De ayer la voz, con su incierto
rumor de inocencia y ese deje
a remotas calles, ocultos jardines,
oscuros atrios e íntimas escaleras.
Quiso el amor buscado en tanto… y tanto,
que su boca era vid de amor fermentado.
Nada de entonces queda o prevalece,
destila ausente el moribundo tiempo
aromas de tarde y sonidos muertos.
No son mis ojos los que ven o miran,
ni aletea por la boca trino o acento,
desconocido de mí, ignorado viento
que enaltece encumbrando pasado.
Pidió el viento, aliento de amor desalentado,
lo tuvo en el cabello, en el valle de la mano.
De tanto imaginar y pensar la vida,
la vida se desgajó en actos soñados.