IV. Tiempos Modernos.
Expulsados, pues los nuevos bárbaros
llegaron con las alforjas ahítas de anhelos
y de incendiarias proclamas sin sangre.
Al augur consultan esbeltos guerreros
mascullando arcaica jerigonza, el vaticinio
conocer desean de las novísimas deidades,
travestidos foráneos fonemas enlucen
y nuevos nombres dan al dolor pasado.
Albor aquel de los primeros días,
roto el fanal de la inocencia más certera.
El viejo jardín donde acampamos,
las históricas plazas con sus estatuas resecas,
los verbos al aíre lanzados
y aquella insoportable necesidad
de gritar muy alto, de rehacer primaveras.
Así, sin darnos cuenta,
fuimos de nuevo desterrados.
Mañana seguirás girando, eterna rueda.