Tiempo.
Atrás queda el feudo
del termómetro y los «buenos días»,
mañanas de chubasquero
y botas de agua. Todo grande,
lejos todo, y mágico. Tu mano
el mundo abría, colosal,
arrobo de mis diminutos dedos.
Más ahora es la luz de la tarde
y esa inocente y cruel indiferencia
quienes te alzan por encima de la calle.
Caminas entre iguales
y las aceras se ensimisman,
ensayas el mohín, el gesto del cabello,
las palabras y esa atropellada
forma de conducirte. Risas,
el codo que reclama un hueco,
espacio comprimido entre invisibles
cristales digitales. Viaja la imagen.
Ya nada será como antes. Si, nada.
👏👏👏
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Qué gran poema. Y el final…ya nada será como antes.
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