Infancia.
Cansados buscamos un cuartucho,
un lugar insano donde festejar
el vidrio roto, los adioses dados
a tanto ayer propio, inexcusable.
Ropa tendida y un olor a olla
con garbanzos, cierro los ojos.
Calla, vierte un silencio respetuoso
y místico. En ese hedor que asciende
por el ojo de patio, detergente aguado,
yerbabuena muerta
y el terrorífico canto de un pájaro,
allí jugué cuando el tiempo era infinito
y el mundo un diábolo huyendo eterno
hacia arriba. Ahora, que sobre la cama
miramos al techo, descubro un teatro
mil veces repetido, justamente acabado.
Ambos lo sabemos,
seguirán sucediendo de albas miríadas,
más no existirá ningún mañana.
Este me encanta. Muchas gracias por compartir.
Me gustaMe gusta
Nosotros, agradecidos por tu atención.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es un placer
Me gustaMe gusta
Es un placer.Publicar y promover la buena poesía impele a la gente a ser más humana, a pensar antes de actuar y a ser mejores cada día.
Me gustaMe gusta
Sin comentarios. 👍
Me gustaLe gusta a 1 persona