Esencial.
Después del hartazgo y la náusea,
dispuesta a desvelar entre plebeyos
cánticos y glosa pestilente
la oscuridad de vuestro maldito origen,
la hija bastarda de la tierra, la tequila,
iluminó ésta confundida inconsciencia,
de gracia la ungió y justas palabras.
Nada por decir queda entonces,
todo mil y una veces expuesto,
la ola continúa arañando la roca
furtiva, suavemente. La guitarra marchita,
flor secuestrada por mercaderes
y el alma como un botón de madera
sobre la solapa del proletario abrigo.
!Mirad amigos! Mirad cuán magnificas
resultan estas voces, justas, ecuánimes,
absolutamente vacuas e innecesarias.
De la lluvia me quedo con el agua,
parecen decir, ¿para qué su aroma?,
o su insistente sonido de celofán
por tus manos pacientemente arrugado.
Fotografía superior por: Chiara Colafemmina.
