Latrocinio de la memoria
A Victoria, mi abuela
Somos fútil extracto sepia
al contemplarnos frente a la coyuntura,
pequeñas vetas de luz derramada
por el ventanal de viva apariencia.
A veces, sólo cuando tengo fuerzas
para poder imaginarte, puedo llegar a ti
a través de aquella sima del cuerpo
donde creo que se fabrican los sueños.
¡A la fausta lumbre pertenecemos!
Que al recordarnos, fulgor
luminiscente esboza. Ella eterna,
viaja y muere en el olvido de sí misma.
A un desmayado juicio te inclinas
ante un jardín inglés que renace,
y yace, lo que antes era geométrico,
tus adintelados pensamientos
destronados al palacio del olvido.
¡Han cruzado el limes!
Huérfanas fuerzas
portan tesoros crisoelefantinos,
de lo poco que queda
del templo de la razón.
Qué hermoso poema. Que viva está tu abuela en tu memoria
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Es un poema muy emotivo para mi, por toda la carga sentimental que conlleva. Me alegro que te guste y lo aprecies. Un saludo enorme y muchas gracias.
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Emoción contagiosa, se notaba. Gracias a ti
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Qué hermoso poema. Me ha encantando la sutileza de tu obra.
Un gran saludo, es un gustazo leerte.
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