Farsas.
La verdad. Miras por encima de la página
y subrayas todo aquello que el libro
no abarca, la ventana, el ruido de colegio
que las golondrinas vocean
y ese tumulto que se agolpa en las espaldas.
Buscas en mí tus cadenas, esa excusa
para tener algo a lo que agarrarte.
No seré tu cobertor,
ni tu abrigo,
ni tan siquiera un dislocado paraguas.
Septiembre deja en el buzón absurdas misivas,
dolor de escaparate, recetas de autoayuda
y coleccionables muertos.
En el microondas se anestesia el deseo
e insistes en señalar con rotulador lo evidente.
El miedo, el termitero cruel de los fines de semana
y esa orfandad que sobreviene
todos los domingos por la tarde.
La fantasía programada hierve sobre la pantalla,
ya solo te tienes a ti mismo.
El amor propio, desesperado, demasiado
tiempo hace que se tiró por la ventana.